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El duelo por suicidio de un ser querido

El dolor por la muerte de un ser querido nunca resulta fácil; tras esta pérdida se origina un proceso de duelo como reacción universal, instintiva y adaptativa.


J. Montolla, lo explica muy bien: “En ninguna otra situación como en el duelo, el dolor producido es total: biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), familiar (nos duele el dolor de otros), espiritual (duele el alma). En la pérdida de un ser querido duele el pasado, el presente y especialmente el futuro; toda la vida en su conjunto duele.”


Con esto queremos decir, que vivenciar el dolor es un proceso que experimentamos todas las personas de una forma u otra. Pese a no ser una enfermedad, sí es conveniente darle especial valor, con el fin de poder hacer una buena elaboración de éste.


El modo de fallecer de la persona, influye en la forma en que la persona superviviente afronta las tareas del duelo, no es igual si es por muerte natural a si es una muerte por un accidente, por asesinato o por un suicidio, por lo que la forma en la que la persona ha fallecido influye en la elaboración y en el proceso de duelo.


¿Qué hace diferente el duelo por suicidio de un ser querido a otro tipo de duelo?


No hay una forma fácil de reconciliarse con la pérdida de un ser querido que ha fallecido por suicidio, y el duelo se hace bastante más doloroso, intenso, prolongado y difícil de soportar.


El suicidio de un ser querido es una experiencia vital devastadora. El proceso de duelo que se inicia tras este tipo de pérdida presenta unas características muy específicas que lo diferencian de otros tipos de duelo y lo convierten en uno de los procesos más difíciles de afrontar para el ser humano. A los sentimientos y emociones habituales en cualquier duelo, como son la tristeza, la añoranza, el vacío, la soledad o el dolor, se añaden otros sentimientos que complican la evolución del proceso.


Las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido por suicidio experimentan intensos sentimientos de culpa y responsabilidad por la muerte, con frecuentes autorreproches como “tenía que haberme dado cuenta de que estaba sufriendo tanto”, “¿cómo no pude evitarlo?”.


Otro sentimiento muy frecuente en las personas en duelo por suicidio es la vergüenza, que tiene que ver con la mirada del otro: el superviviente puede sentirse juzgado por los demás, señalado como la persona que no pudo prevenir o evitar el suicidio de su ser querido.


Los supervivientes de un suicidio experimentan asimismo un sentimiento de abandono, sobre todo en el caso de la muerte de la pareja o de uno de los progenitores por suicidio, así como también en los hermanos/as. Este sentimiento suele ir asociado a la ira o enfado con el fallecido por haberles abandonado y haberles provocado ese inmenso sufrimiento.


La necesidad de revisar continuamente los días o semanas anteriores al hecho en busca de una explicación de lo sucedido, de una respuesta a la pregunta sobre el porqué, en el intento de darle algún sentido a un acontecimiento que no puede quedar suelto en el imaginario del entorno, genera en muchos supervivientes un mecanismo de rumiación obsesiva, mucho más presente en el duelo por suicidio que en otros tipos de duelo.


Por otro lado, las personas que pierden a un ser querido por suicidio tienden a desarrollar más síntomas de estrés postraumático en comparación con las personas en duelo por muerte accidental, lo que implica que aquéllas sufren más episodios de reexperimentación, pensamientos intrusivos y pesadillas, con el impacto que esto conlleva en la vida de la persona.


El estigma social es quizás la característica más específica del duelo por suicidio y la que lo diferencia de otros tipos de duelo. Tanto el estigma social como el sentimiento de vergüenza llevan a algunos supervivientes a ocultar las circunstancias de la muerte de su ser querido, contando a las personas de su entorno que ha muerto en accidente o debido a una enfermedad repentina, lo que supone una carga emocional añadida.


Estas emociones y sentimientos en el duelo por suicidio de un ser querido se ven agravados por la percepción de falta de apoyo social. El apoyo social es fundamental en la recuperación de los dolientes porque promueve una sensación de bienestar psicológico que favorece el desarrollo adaptativo del proceso de duelo. Disponer de una red de apoyo social y familiar ayuda a los supervivientes a sentir que no están solos en su dolor. Sin embargo, los estudios relacionados con el trauma sugieren que las personas en duelo por suicidio reciben menor cantidad de apoyo de la comunidad en comparación con los dolientes por otros tipos de muertes repentinas y traumáticas.


Ante la adversidad… Su abordaje terapéutico: ayudar a afrontar el suicidio de un ser querido

Como profesionales, nuestro trabajo terapéutico tiene como fin poder realizar un acompañamiento del doliente y ayudar al superviviente en su proceso individual.


No nos debemos olvidar que hay un abanico muy amplio de experiencias de duelo, no solo por la forma en la que muere la persona, sino por el mundo idiosincrásico del individuo al que acompañamos en su dolor.


La medida en que éste sea capaz de expresar libremente su culpabilidad y procesar la rabia, la vergüenza y todas las emociones que experimenta, tendrá un impacto en su capacidad de encontrar un sentido a la muerte.


“Una experiencia real de haber perdido algo importante

y haber sido capaz de seguir adelante,

está inscrita en la psique como una creencia

de que las pérdidas son reparables.”

Hugo Bleichmar.


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