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La audición y la deficiencia auditiva

La audición es el sentido que permite al ser humano ponerse en contacto con el medio ambiente, a través del funcionamiento del oído el cual trabaja para captar, transmitir y procesar información sonora. Esta información incluye todos los sonidos del ambiente, los mas bajos, los mas altos, los mas intensos, los menos intensos, los mas lejanos, los mas cercanos, y sobre todo, los mas complejos que puede recibir un ser humano, como son los sonidos del habla.


La mayoría de los niños y las niñas oyen desde antes del nacimiento. Durante la gestación el feto está sometido continuamente a sonidos que se producen en el interior del cuerpo de la madre; desde el quinto mes de embarazo el oído está completamente formado y le permite escuchar las voces y ruidos externos de alta intensidad. Al nacer, la función de la audición empieza a hacerse cada vez mas especializada para diferenciar los distintos sonidos de la lengua que hablan los padres y demás personas del entorno de un niño. De esta manera llegamos a comprender y a producir sonidos que combinados forman las palabras y significados de una lengua oral, como el castellano por ejemplo, lo cual hace parte del proceso de desarrollo de la comunicación y del lenguaje de los niños.


En términos generales, cuando el bebé nace responde a sonidos fuertes, y a medida que crece y se estimula se observan respuestas a sonidos suaves. Entre los 3 y los 9 meses de edad, responde a sonidos de un volumen moderado que corresponde a la voz de una conversación de dos personas en un ambiente tranquilo. De los 9 meses en adelante, responde a sonidos muy suaves parecidos al volumen de una voz susurrada o en secreto.


Cuando las deficiencias auditivas se presentan por problemas en el oído externo o en el oído medio, pueden recuperarse con tratamiento, con medicamentos o con cirugía. A estas perdidas se les denomina pérdidas auditivas conductivas, y pueden variar en grados de leve a moderadas, cuando ocasionan bajas entre 20 y 70 dB.


Cuando la pérdida auditiva se debe a una lesión en el oído interno, en el nervio auditivo, o en las estructuras neurológicas mas internas, no tienen tratamiento clínico, pues son irreversibles. A este tipo se les denomina perdidas auditivas neurosensoriales y pueden presentarse en grados de leves hasta profundas (mas de 70 dB). Desde el punto de vista auditivo, hablamos de sordera cuando la pérdida se cataloga como profunda, es decir que supera los 70 dB.

¿Por qué se presenta la deficiencia auditiva?


No existe una única causa. Esta condición puede presentarse por razones genéticas (que se pasan de una generación a otra), por problemas o dificultades durante el embarazo o el parto, o por circunstancias posteriores al nacimiento. En ocasiones se puede hasta desconocer la causa exacta de esta condición. De tal manera que es importante informarnos al respecto, pues independientemente de sus causas, cuando se presenta la perdida de audición o la sordera, estas se convierten en una condición de vida de las personas, y deben afrontarse de la manera más favorable posible, superando la inclinación a atribuirle culpabilidades a las personas.


Por esto se presentan a continuación las causas más frecuentes que producen sordera en los niños y las niñas. Si usted las identifica como padre o educador, es importante acudir a las instituciones o profesionales que brinden la orientación necesaria como medida de prevención y protección.


Las causas más frecuentes de deficiencia auditiva en los recién nacidos son:

  • Defectos genéticos

Algunos defectos genéticos causan pérdida auditiva que es evidente al nacer. Otros defectos genéticos causan pérdida auditiva que evoluciona con el tiempo.


Las causas más frecuentes de déficit de la audición en lactantes y niños mayores son:

  • Infecciones del oído (otitis) y otitis media secretora

  • Acumulación de cerumen

En los niños mayores, se consideran otras causas como:

  1. Traumatismo craneal

  2. Ruidos intensos (incluida la música ruidosa)

  3. Uso de ciertos fármacos (como los antibióticos aminoglucósidos o la gentamicina) o diuréticos tiacídicos.

  4. Infecciones víricas (como las paperas)

  5. Tumores

  6. Traumatismos por lápices u otros objetos extraños introducidos profundamente en el oído y, en casos muy poco frecuentes, una enfermedad autoinmunitaria.

Realmente es bendecido el hombre que escucha muchas voces que lo llaman padre. Lydia M. Child


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